En 1874/75 se erigió junto a las conocidas cataratas de Giessbach, sobre el lago Brienz en el Oberland bernés, Suiza un gran hotel de encanto incomparable en un lugar de belleza única. Ese edificio carismÔtico brillaba mÔs allÔ de las fronteras suizas.
Hasta el inicio de la guerra en 1914, desfilaban en Giessbach las familias reales con sus descendientes, los jefes de Estado, diplomĆ”ticos y artistas de renombre, aunaban lazos, urdĆan planes e intercambiaban chismes.
Dos Guerras Mundiales con sus consecuencias para la hostelerĆa suiza y una comprensión diferente del sector turĆstico, hicieron que el brillo de Giessbach se apagase. Tras aƱos en continua decaĆda el edificio cerró en 1979 sus puertas. En su lugar se pretendĆa levantar un moderno edificio de hormigón al estilo de un Ā«chalet jumboĀ».
Pero en 1983 llegó la salvación en el último minuto. El por aquel entonces ya conocido Franz Weber, protector internacional del medio ambiente, de los animales y de su patrimonio suizo, logró el milagro. Gracias a su campaña de donaciones, y a la asociación creada por él «Fundación Giessbach para el pueblo suizo», adquirió los dominios de Giessbach junto a la propiedad de 22 hectÔreas sobre la que estÔ construido, para declararlo monumento histórico.
Su idea de Ā«regalarĀ» al pueblo suizo el hotel Giessbach con el fin de mantenerlo intacto, fue aclamada por la población. Con el objetivo de financiar la restauración necesaria y poner en marcha el hotel, Franz Weber fundó la Parkhotel Giessbach AG. En mayo de 1984 abrió la casa con un nuevo restaurante, el Ā«ParkrestaurantĀ», o restaurante del parque, con un pequeƱo nĆŗmero de habitaciones todavĆa sin renovar.
El hotel fue reformado desde el inicio en varias etapas. Hoy en dĆa es uno de los edificios de renombre mĆ”s bonitos del sector hostelero suizo.
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