En Suiza, los bosques se utilizan principalmente para la producción de madera, por lo que prácticamente sólo se protegen por este motivo. Sin embargo, los bosques cumplen funciones vitales para la biodiversidad y el medio ambiente: estabilizan el suelo, limpian el aire que respiramos, regulan la aparición de manantiales y filtran el agua. Sirven de hábitat a innumerables especies animales, fúngicas y vegetales e incluso frenan las avalanchas. Para los humanos, los bosques aportan increíbles beneficios para la salud, reduciendo los niveles de cortisol (la hormona del estrés), la presión arterial, el ritmo cardíaco, etc. Los «baños de bosque» (shinrin-yoku en japonés) se están convirtiendo en una auténtica cura para el estrés crónico de la vida moderna.
Proteger los bosques significa, pues, proteger la vida en la Tierra y garantizar una coexistencia equilibrada entre el ser humano y la naturaleza. En Suiza y en otros lugares, los bosques están amenazados por la sobreexplotación, por la expansión de las actividades humanas y ahora también por el cambio climático.
La Fundación Franz Weber quiere mejorar la protección de los bosques en Suiza y, siempre que sea posible, preservar determinadas zonas para que la naturaleza pueda regenerarse y desarrollarse libremente.
Por ejemplo, arrendamos una sección de bosque en Mühlberg para protegerla de la tala excesiva. Las grajillas, la especie de córvido más pequeña de Suiza, encuentran en las majestuosas hayas viejas lugares seguros para anidar.
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