El modelo alimentario mundial -principalmente en los países occidentales y en los llamados «desarrollados»- está dominado actualmente por el consumo y la producción de proteínas de origen animal. Nuestra salud, la de los animales, su bienestar y el nuestro, así como el medio ambiente en su conjunto, están directamente amenazados por esta dieta excesivamente «animal». La ganadería intensiva, en particular, es incompatible con la protección de la naturaleza y de los animales y amenaza la biodiversidad: un tercio de la superficie libre de hielo de la Tierra y casi tres cuartas partes de las tierras cultivables se utilizan para producir proteínas animales. Este tipo de ganadería también utiliza enormes cantidades de agua dulce, que escasea en algunos lugares. La producción de alimentos de origen animal es responsable de unas tres cuartas partes de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en la agricultura.
Nuestro consumo de proteínas debe cambiar urgentemente si queremos proteger nuestro planeta, a los animales y, en última instancia, a nosotros mismos.
La Fundación Franz Weber está llevando a cabo una campaña denominada «Transición proteica» para concienciar a los líderes mundiales y a la población sobre las consecuencias del modelo alimentario basado principalmente en las proteínas animales, y promover una transición moderada hacia una dieta basada en plantas. Al igual que la transición energética, la transición proteínica tiene como objetivo un cambio gradual, pero profundo en nuestra forma de pensar sobre los alimentos. La Transición Proteica promueve un modelo alimentario global más justo, ético, sostenible y saludable.
Casi el 90% de la producción mundial de cereales se destina a la alimentación del ganado y, por tanto, a la producción de proteínas animales. Si dedicáramos a la alimentación humana los recursos que actualmente se utilizan para el engorde de animales, obtendríamos un 70% más de calorías, lo que nos permitiría alimentar a cuatro millones de personas más al día.
La transición a una dieta predominantemente vegetal, que proporciona más proteínas de las necesarias para una dieta humana saludable, resolvería muchos problemas medioambientales y éticos y ayudaría a prevenir futuras pandemias y enfermedades, la mayoría de las cuales están causadas por el uso y consumo de animales.
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