Vera Weber, en este año de aniversario de los 50 años, ¿Te sientes mÔs anclada en el pasado o en el presente?
Todo el mundo tiene una historia. Yo tambiĆ©n. Pero vivo muy conscientemente en el presente ā con recuerdos del pasado y pensamientos decididamente orientados hacia el futuro. El futuro necesita raĆces. Es una bonita fórmula ā y es cierta.
¿Qué pensamientos te acompañaron al preparar esta edición conmemorativa?
Me emociona hacer un Ā«balanceĀ» de todo lo que hemos podido lograr en cinco dĆ©cadas. CuĆ”ntos paisajes hemos preservado, cuĆ”ntos sufrimientos animales hemos evitado, cuĆ”ntos bienes culturales hemos salvado y cuĆ”ntas personas hemos sensibilizado, convencido, movilizado⦠Y todo eso con una pequeƱa organización independiente. Tal vez ahĆ radique precisamente el secreto: pequeƱa pero temible ā y sin concesiones en lo esencial.
¿Qué logros concretos te llenan de orgullo, en retrospectiva?
Un hito importante fue la prohibición de importación de productos derivados de focas en la UE en 2009. MÔs tarde, en 2017, Suiza siguió el ejemplo, lo que provocó una drÔstica disminución de la caza de focas.
Otro momento destacado fue la iniciativa sobre las residencias secundarias, cuya campaƱa dirigĆ. Fue la primera iniciativa nacional ganada por la FFW. Incluso entre sus opositores de entonces, provocó un cambio de mentalidad ā hoy muchas comunas han endurecido sus reglamentos de construcción.
Pero el Ć©xito mĆ”s emotivo para mĆ sigue siendo la derrota del proyecto Ozeanium en Basilea. Un inmenso acuario de agua salada en plena ciudad, lejos del mar ā era indignante. Llevamos a cabo una campaƱa potente, y la victoria en las urnas dio una voz a los animales marinos.
¿CuÔl fue el factor decisivo para ese éxito contra el Ozeanium?
El eslogan: Ā«Proteger los ocĆ©anos donde estĆ”nĀ». Iba directo al grano. En lugar de malgastar 100 millones de francos para crear un hĆ”bitat artificial, es mejor invertir esos recursos de forma inteligente en una verdadera protección de los ocĆ©anos ā como por ejemplo, la conservación de peces y arrecifes de coral. Esta idea hizo reflexionar a muchos ciudadanos de Basilea. Fue una victoria conmovedora.
¿Fue, para usted, un paso hacia el fin de los zoológicos?
No. No pedimos su abolición, sino una reforma profunda. La idea de exhibir animales salvajes proviene del siglo XVIII ā una Ć©poca sin fotos, sin pelĆculas, sin conocimientos sobre el bienestar animal. Hoy sabemos mĆ”s. Es hora de actuar en consecuencia. Los zoológicos estĆ”n en una posición privilegiada para ello: tienen buenas infraestructuras y un personal competente, cuya experiencia merecerĆa valorarse de otra manera que no sea cuidando animales exóticos tras rejas o cristales. Ese concepto estĆ” obsoleto.
¿Qué implica concretamente una reforma fundamental de los zoológicos?
Nuestro proyecto Ā«inSituĀ» para la protección de la fauna en su hĆ”bitat natural, busca transformar los zoológicos en lugares de protección, no de exhibición. Los animales heridos o confiscados deberĆan ser atendidos allĆ. AdemĆ”s, abogamos por poner fin a la reproducción de animales que nunca podrĆ”n ser reintroducidos en la naturaleza. Y los animales que sufren especialmente en cautiverio, como los elefantes, deberĆan ser trasladados a reservas extensas. En Francia ya existe un santuario para elefantes; otro estĆ” en construcción en Portugal. Y ya organizamos el traslado de cinco elefantes de zoológicos argentinos a una reserva protegida en Mato Grosso, Brasil.
Otra lucha de larga data de la FFW es la abolición de la tauromaquia. ¿Por qué intensificó ese compromiso?
Cuando estaba en CanadĆ”, por la caza de focas, una mujer enojada me gritó: «”OcĆŗpese mejor de lo que pasa en su paĆs ā los toros torturados por diversión!Ā». Por supuesto, una crueldad no justifica otra ā pero su comentario me impactó. Entonces retomĆ© la campaƱa de la FFW de los aƱos 80, y en 2008 organicĆ© un juicio resonante ante el Tribunal Internacional de los Derechos de los Animales, fundado por mi padre.
¿Y tuvo éxito?
SĆ. Eso reforzó enormemente el movimiento en CataluƱa. La plataforma Ā«Prou!Ā» («”Basta!Ā» en catalĆ”n) habĆa lanzado una iniciativa popular que finalmente recogió mĆ”s de 180,000 firmas. Resultado: el Parlamento catalĆ”n votó la abolición de la tauromaquia el 28 de julio de 2010 ā Ā”el dĆa mĆ”s feliz de mi vida! Pude reclutar, pocas semanas despuĆ©s, a los principales actores de la plataforma Ā«Prou!Ā». Ahora luchamos contra las corridas a nivel internacional ā con Ć©xito: muchas ciudades y paĆses de AmĆ©rica Latina las han prohibido.
50 aƱos de la Fundación Franz Weber ā y aĆŗn asĆ algunos se preguntan: Āæsigue siendo necesaria?
MĆ”s que nunca. Hoy en dĆa, la naturaleza ya no se destruye solo en nombre del lucro o por negligencia, sino cada vez mĆ”s bajo el pretexto de la protección climĆ”tica. Es un cinismo absoluto. Se sacrifican nuestros bosques, nuestros paisajes, nuestros ecosistemas ā para instalaciones energĆ©ticas supuestamente Ā«verdesĀ». Bajo el pretexto de salvar el clima, se destruye lo que aĆŗn nos queda de vida. Se ha convertido en un dogma. Incuestionable. Intocable. No tolera matices ni debate. Todo estĆ” permitido mientras lleve la etiqueta de Ā«protección del climaĀ».
La ley sobre la electricidad, que facilita la construcción de plantas solares y eólicas, fue aceptada por el pueblo suizo. ¿No hay que acatarla?
Nos reservamos el derecho de intervenir donde sea especialmente grave ā como en el proyecto Gondosolar en el Valais o el parque solar previsto en Tamaro, en el Tesino. Utilizamos nuestros medios legales de manera selectiva y eficaz.
En el extranjero se construyen enormes centrales solares y eólicasā¦
⦠y para ello, se arrasan bosques enteros y se cubren los paisajes. Es una autĆ©ntica carnicerĆa: el bosque de Reinhardswald, en Alemania, ese bosque mĆtico de los hermanos Grimm, estĆ” siendo sacrificado para instalar aerogeneradores. Y en otros lugares, en Portugal y EspaƱa, se arrancan cientos de miles de olivos para instalar paneles solares y turbinas eólicas⦠Es un crimen, un sinsentido total, sacrificar ecosistemas antiguos y vivos ā en nombre de una supuesta protección del clima que, en realidad, destruye la naturaleza y debilita los ecosistemas tan esenciales para nuestra supervivencia.
ĀæA la FFW le cuesta mĆ”s hacerse oĆr en el extranjero?
SĆ y no. Suiza es Ćŗnica con su democracia directa, sus leyes de protección animal, de la naturaleza y del paisaje, y la posibilidad del pueblo de lanzar referendos e iniciativas. En el extranjero, la FFW tambiĆ©n tiene logros ā trabajando con autoridades a nivel regional y nacional.
SerĆ” interesante ver cómo afectarĆ” el acuerdo marco con la UE ā sobre el cual pronto votarĆ”n los suizos ā al trabajo de la FFW.
”Temo lo peor!
¿Por qué?
Ese acuerdo⦠amenaza nuestra democracia directa. Hoy podemos mejorar directamente la protección de los animales y la naturaleza. Con el acuerdo marco, muchos temas estarĆan sometidos al derecho europeo. Las iniciativas podrĆan lanzarse, pero ya no implementarse. SerĆa un gran retroceso.
⦠¿por otras razones también?
AumentarĆa la inmigración. Eso significa mĆ”s personas, mĆ”s presión sobre la naturaleza y la fauna silvestre. Menos hĆ”bitats naturales, mĆ”s cemento, mĆ”s consumo de carne, mĆ”s consumo energĆ©tico.
Habla como una polĆtica de la UDCā¦
No hago polĆtica partidista. Hablo como defensora de los animales y de la naturaleza. Mi causa son los animales, la naturaleza y el paisaje cultural. Lo digo sin tener en cuenta si es de izquierda o de derecha.
Algunos crĆticos dicen que la FFW se dispersa demasiado: energĆa, animales, patrimonio cultural ā demasiados temas a la vez.
Nuestro corazón late por los animales, por la naturaleza ā en toda su diversidad. Sin naturaleza, no hay vida. Sin paisaje, no hay cultura. Sin bienes culturales, no hay identidad. Todo estĆ” conectado. Y es precisamente por eso que actuamos de manera amplia ā pero nunca dispersa.
Usted habla de «nosotros». ¿Qué dice eso sobre su estilo de liderazgo?
Justamente, hablo deliberadamente de Ā«nosotrosĀ», porque en la FFW un equipo comprometido trabaja en Suiza y en todo el mundo en nuestras campaƱas y proyectos. No serĆa justo hablar solo de mĆ. Pero lo que sĆ puedo decir con orgullo, es que tuve la visión de ese equipo ā y que fui yo quien lo construyó.
A menudo se la presenta como «la hija de Franz Weber». ¿Qué le provoca eso?
Es el destino de todos los hijos de personas conocidas, pero es agotador. Esa etiqueta de «hija de» parte sin duda de una buena intención, pero oscurece el hecho de que soy una persona por derecho propio, con mi propia historia, mis convicciones y logros que he construido con mi trabajo.
Tiene la misma edad que la Fundación. ¿Ha pensado ya en la sucesión?
Por supuesto. Desde hace aƱos estamos construyendo un equipo fuerte e intergeneracional ā con miembros de veinte hasta mĆ”s de ochenta aƱos. AdemĆ”s, formamos continuamente a nuevas personas. La FFW va a perdurar. Porque nuestra misión no termina conmigo ā solo se cumplirĆ” cuando los animales y la naturaleza ya no necesiten protección.