El movimiento antitaurino en Colombia se ha manifestado contra estas prácticas crueles desde que se empezaron a celebrar como legado colonial de España en territorio americano. Durante la segunda mitad del siglo XX estos espectáculos se consolidaron como sitio de reunión de la élite colombiana, aumentando el rechazo que generaba en buena parte de la población. Aunque ya para los años noventa existían colectivos antitaurinos consolidados, fue en los primeros años del siglo XXI que la ética animalista empezó a forjar una mayoría ciudadana que se expresaría año a año con más fuerza por la abolición de las corridas de toros
Muy pronto los colectivos animalistas encontraron que la movilización social debía acompañarse de la vía jurídica y legislativa, entendiendo la cantidad de blindajes constitucionales que habían logrado los taurinos a través del Congreso de la República. Tras el éxito de la Plataforma Prou en Catalunya en el año 2010, los colectivos antitaurinos de Colombia vieron en la Fundación Franz Weber un aliado importante con la capacidad para trazar una ruta hacia la abolición. En el año 2011, Leonardo Anselmi como coordinador de la FFW para Sur de Europa y América Latina, visitó Colombia en vísperas de la cuarta marcha mundial por los animales que, además, fue el marco para la creación de la bancada animalista en el Congreso de la República.
A partir de allí, la FFW iniciaría un camino de más de 13 años acompañando e impulsando las acciones de lobby, movilización y asesoría que desembocaron en la abolición. En el año 2012, la FFW premió al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro (hoy presidente de Colombia), por su compromiso con los animales, expresado particularmente en su negativa a celebrar corridas de toros en la ciudad durante su gobierno y en la materialización del programa de sustitución de vehículos de tracción animal. En esta misma línea, en el año 2014, las organizaciones animalistas de Bogotá, con el apoyo de la FFW a través de la Plataforma ALTO, le propusieron a Gustavo Petro celebrar una consulta popular en la que se esperaba confirmar el rechazo mayoritario a este tipo de prácticas. Aunque finalmente este camino no prosperó por el lobby taurino ante las altas cortes del Estado, aquí empezaría el principio del fin de la tauromaquia debido a la dirigencia cultural que las ideas antitaurinas alcanzaron en todo el país.
En el 2017, por orden de la Corte Constitucional, volvieron las corridas a Bogotá, pero el acompañamiento de la FFW fue fundamental para celebrar multitudinarias manifestaciones alrededor de la Plaza de Toros de la Santamaría. En simultáneo, la FFW se encontraba apoyando actividades antitaurinas en las otras ciudades epicentro de la tauromaquia. Particularmente en Cali y Manizales, además de Bogotá. En los últimos años, la FFW acompañó varias iniciativas legislativas pro-abolición para expresar en la legislación colombiana el avance moral del país. Sin embargo, la irradiación taurina en el Congreso de la República, entre otras, como financiador de campañas políticas, impidió hasta el año 2024 la construcción de mayorías que viabilizaran este camino.
En esta fase final del proceso, la FFW participó directamente en una estrategia para conseguir votos a favor, de la mano con la senadora Esmeralda Hernández (autora del proyecto de ley) buscando concertar y mantener las mayorías necesarias. En diálogo directo con el presidente de la Cámara de Representantes, la FFW fue fundamental para que algunos votos del Partido Liberal se sumaran a la iniciativa, siendo decisivos en la votación final.
Hoy, tras más de una década y habiendo logrado el objetivo de la abolición, se cierra un capítulo del movimiento animalista colombiano en que la FFW ha sido un actor protagónico. Ahora, hacia adelante queda la abolición de otros espectáculos crueles con los animales que aún se celebran en Colombia como las peleas de gallos, las corralejas, el coleo, entre otras, en donde esperamos seguir aportando en las tácticas y estrategias del animalismo como una causa ganadora a nivel legislativo, jurídico y cultural.