Alrededor de un 60 % de las nuevas enfermedades infecciosas son zoonóticas, es decir, enfermedades que se transmiten de animales a seres humanos. La mayoría —más de un 70 %— provienen de animales salvajes. Desde los años ochenta, la cantidad de nuevas enfermedades infecciosas, con cada década que pasa, se ha triplicado o incluso cuadruplicado. ¿Qué factores inciden en que más del doble de estas enfermedades tengan su origen en los animales? ¿Por qué estas zoonosis son cada vez más numerosas?
El ébola, el virus Nipah, el SARS, gripe porcina, el MERS, el VIH, el EEB, la gripe aviar y, ahora, la COVID-19 (SARS-CoV-2): el pasado abril, la Fundación Franz Weber expuso, con su campaña #PorComerAnimales, las epidemias y pandemias transmitidas al ser humano por su contacto con animales (salvajes). La Organización Mundial de la Salud (OMS), que lleva desde 2004 alertando del peligro de las enfermedades zoonóticas, ya ha contabilizado más de 200. La destrucción de los hábitats y las inapropiadas condiciones de cautividad de animales salvajes o de las explotaciones ganaderas desempeñan un papel clave en el desarrollo de estas epidemias.
1. Destrucción de ecosistemas
El ser humano cada vez invade más hábitats naturales, sobre todo mediante la deforestación, la expansión descontrolada de terrenos agrícolas, la construcción de infraestructuras y la explotación de la fauna y la flora. Según los estudios científicos más recientes en este campo, las nuevas enfermedades infecciosas se han expandido más en las zonas tropicales, ricas en especies e históricamente boscosas, donde los hábitats naturales se han destruido, alterado y urbanizado por obra del ser humano. La pérdida de hábitats acarrea cambios muy graves en esos frágiles ecosistemas, y las especies que no habían tenido contacto con el ser humano, se le acercan. Las modificaciones en su entorno obligan a los animales salvajes —y a los patógenos que vehiculan— a desplazarse a otros lugares, algunos, habitados por personas.
Esta situación aumenta la probabilidad de que los agentes patógenos que, en circunstancias normales, nunca saldrían del animal que colonizan, se transmitan a seres humanos.
2. Comercio de animales salvajes
Los estudios científicos han demostrado que el origen de diversas epidemias, como, por ejemplo, las de los diferentes tipos de coronavirus (SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2) se puede encontrar en el comercio de animales de los mercados «húmedos» de China. Este tipo de mercados son aquellos donde, principalmente, se venden animales (salvajes) aún vivos. En la medicina tradicional china, se considera que estos animales son una especie de remedio milagroso, y la élite del país también los consume como exquisiteces. Estas prácticas tienen un raigambre histórico: en los años sesenta, las autoridades del país autorizaron la producción privada de productos alimentarios; ciertas personas se especializaron en la caza de animales salvajes. Con el paso del tiempo, se estableció una verdadera industria de la fauna y la flora salvajes que, a menudo, opera de manera ilegal.
En los puestos y los calderos de muchos mercados de todo el mundo, encontramos a la venta animales que vegetan, sufren, están enfermos, moribundos o incluso muertos en jaulas demasiado pequeñas. En esos mercados, el ganado está junto a especies salvajes, una práctica muy peligrosa, ya que, justo así, los virus de toda clase y origen entran en contacto entre ellos, de un modo que nunca sucedería en la naturaleza. Normalmente, sus huéspedes «calibran» estos virus y, por ende, nunca suponen un peligro para el resto de las especies. No obstante, en los mercados «húmedos», los animales están hacinados en un espacio muy reducido y en condiciones de higiene deficientes. La estrecha convivencia del ser humano y de animales estresados, debilitados y, a veces, enfermos, brinda las condiciones ideales para la propagación de una enfermedad que puede ser mortal para las personas. Para prevenir tales epidemias en un futuro —a la vez que se salva a centenares de especies animales de la extinción—, es fundamental que entre en vigor una prohibición integral y definitiva del comercio de animales salvajes.
3. Condiciones de los animales en explotaciones ganaderas
Otras epidemias, como la de la gripe porcina (H1N1) o la de las vacas locas (EEB), tienen su origen en la ganadería industrial. Un análisis mundial de la propagación de la gripe aviar (H5N1) reveló que la cría de las aves de corral es uno de los factores de riesgo de la propagación del patógeno. En general, los efectos intensificados del virus están estrechamente ligados a la producción alimentaria mundial, en concreto, a la ganadería. Por una parte, existe una relación directa entre la ganadería y la destrucción de hábitats naturales, por ejemplo, por el desbrozamiento de bosques tropicales para la producción de alimentos para los animales. Suiza también es partícipe de esas prácticas; desde 1990, el país helvético casi ha triplicado la importación de alimentos para fines ganaderos. La explotación industrial de animales de granja a gran escala también aumenta de manera significativa la probabilidad de aparición de una enfermedad que podría producir una epidemia o una pandemia. Las condiciones en las que viven los animales en la ganadería industrial y la gran cantidad de ganado que comparte espacio son un terreno muy fértil para la reproducción de bacterias y virus. Las condiciones que presenta la ganadería industrial reducen la distancia entre animales. Este debilitamiento de sus sistemas favorece las posibles transmisiones de enfermedades. En este tipo de cría, no solo se parecen los productos, como los huevos, sino también los animales: por ejemplo, las gallinas de las granjas industriales tienden a ser prácticamente clones genéticos, otro aspecto que también facilita la propagación de virus.
Todos estos factores contribuyen considerablemente a aumentar el riesgo de transmisión de enfermedades entre animales y humanos. Por eso, los científicos se temían que el virus de la gripe porcina (H1N1) —también muy contagioso para el ser humano— y el de la gripe aviar (H5N1), que afecta sobre todo al reino animal, acabaran fusionándose y se creara un superpatógeno. Eso nos habría llevado a una pandemia peligrosísima.
Con la iniciativa contra la ganadería industrial, la Fundación Franz Weber demanda la abolición de ese tipo de explotaciones en Suiza. Dicho de otra manera: se reclama poner fin a las salas de engorde de 27 000 gallinas, donde 17 aves han de vivir hacinadas en un metro cuadrado. Poner fin a los cercados donde diez cerdos de engorde viven en un espacio como el de una plaza de aparcamiento, sin siquiera poder acostarse. A su vez, la iniciativa prevé la prohibición de la importación de productos de origen animal que no respeten las condiciones de cría de Suiza, tal y como se dispone en la iniciativa.
4. Cambio climático/extinción de especies
Estamos asistiendo a la extinción en masa de mayor envergadura de fauna y flora causada por actividades humanas. El cambio climático, la destrucción de los ecosistemas (véase arriba el punto 1. Destrucción de ecosistemas) y el comercio de especies salvajes (véase arriba el punto 2. Comercio de animales salvajes) contribuyen a la extinción de especies de animales y vegetales en todo el mundo y, en consecuencia, a la pérdida de biodiversidad. Cada especie tiene su papel en el ecosistema terrestre; la extinción de una sola puede suponer una amenaza para muchísimas otras. El cambio climático no solo afecta al hábitat de diversos organismos, sino que también puede tener un impacto en su ciclo vital. Esos cambios, a su vez, pueden causar alteraciones en el comportamiento de patógenos y amenazar, cada vez más, nuestra salud. Las garrapatas, por ejemplo, que son transmisoras de diversas enfermedades, cada vez se extienden más. Nuevas especies migran hacia nuestras latitudes. Al frenar el cambio climático, también nos protegemos contra la propagación de enfermedades.
Para prevenir las nuevas epidemias del futuro, hay que cambiar de mentalidad de manera urgente. ¡Tenemos que cambiar nuestro comportamiento hacia la naturaleza y los animales! Las destacadas intromisiones en los hábitats naturales que llevamos a cabo —tanto en primera persona como mediante nuestra ganadería— exacerban el riesgo de propagación de las zoonosis. Cuanto más aumenta el contacto entre humanos y animales, más probabilidades de propagación de agentes patogénicos de una especie a otra. La comunidad científica parte del principio de que, en el futuro, las enfermedades se expandirán con más frecuencia y rapidez, matarán a más personas y tendrán un impacto aún mayor en la economía. Para reducir el riesgo de una nueva pandemia, proteger la naturaleza y a los animales debería ser un elemento central en el debate sobre la salud de la población mundial (humana): nosotros, los seres humanos, tenemos que concienciarnos del impacto que tienen nuestros hábitos alimentarios en nuestro futuro… ¡y en nuestra supervivencia! La crisis actual nos brinda la oportunidad de repensar de manera integral nuestras costumbres ganaderas y alimentarias. #PorComerAnimales